Nueve factores por las que la grasa abdominal no desaparece, según la ciencia
- Tolima Stereo

- hace 6 días
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La grasa que se acumula alrededor de la cintura suele ser una de las más complejas de modificar. Su persistencia no responde solo a genética o alimentación: también está influida por pequeños aspectos del día a día que alteran el equilibrio metabólico.
Para muchas personas, incluso aquellas que entrenan o cuidan su dieta, la dificultad para reducirla genera frustración. La evidencia científica reciente aporta una explicación más amplia y menos intuitiva.
Investigaciones realizadas en Estados Unidos, Canadá, Australia y Europa han identificado nueve factores puntuales que interfieren en la pérdida de grasa abdominal.
No se trata de una lista de soluciones rápidas, sino de elementos que ayudan a entender por qué el cuerpo responde como responde y qué ajustes pueden favorecer un cambio real.
Los factores metabólicos y de entrenamiento
Uno de los hallazgos consistentes es la deficiencia de magnesio. Estudios de Harvard evidencian que los adultos con niveles bajos de este mineral presentan insulina elevada en ayunas y mayor acumulación de grasa central. Su papel en el metabolismo energético es clave, por lo que su ausencia altera la eficiencia con la que el cuerpo utiliza la energía.
El segundo factor está en la elección del ejercicio. Investigaciones de la Universidad de Copenhague muestran que las rutinas que combinan fuerza y entrenamiento de alta intensidad reducen de manera significativa la grasa abdominal en comparación con el cardio tradicional. El estímulo metabólico cambia y, con él, la respuesta del cuerpo.
Dormir bien también aparece como determinante. La mala calidad o falta de sueño eleva el riesgo de acumular grasa abdominal, según estudios de la Universidad de Pensilvania. Dormir menos de seis horas altera hormonas esenciales para regular el apetito y el gasto energético.
La alimentación que influye más de lo que parece
Las bebidas azucaradas y sus versiones light constituyen otro obstáculo. Investigaciones de la Universidad de California, San Francisco, revelan que ambos tipos de bebidas están asociados con mayor acumulación de grasa abdominal. El organismo reacciona a estos productos de formas que afectan la regulación de la glucosa.
A esto se suma el exceso de sal, un factor que se asocia a mayor perímetro de cintura, incluso en personas con peso estable. Estudios de la Universidad de Toronto explican que el sodio favorece la retención de líquidos y altera procesos metabólicos relacionados con la composición corporal.
El sexto factor es el consumo habitual de alcohol, con evidencia clara en estudios de la Universidad de Barcelona. Beber cerveza de forma frecuente promueve incrementos sostenidos en la grasa abdominal, debido a la forma como el organismo prioriza el metabolismo del alcohol.
Hábitos corporales y emocionales que también pesan
El séptimo punto tiene que ver con la falta de fuerza en el core y la mala postura. Investigaciones de la Universidad de Sídney señalan que el debilitamiento de los músculos profundos del abdomen genera la apariencia de abultamiento, incluso sin un aumento notable de grasa. La postura cambia la forma en que se proyecta el cuerpo.
El estrés crónico aparece como el octavo factor. Un estudio de la Universidad de Stanford mostró que programas de manejo del estrés reducen el cortisol y, con ello, la grasa abdominal. El cuerpo bajo tensión prolongada tiende a almacenar energía.
El noveno elemento es la baja ingesta de fibra. Investigaciones de la Universidad de Wageningen, en Países Bajos, evidencian que consumir entre 25 y 30 gramos de fibra soluble al día se asocia con menor grasa abdominal y mejor salud metabólica. Este nutriente favorece la saciedad y ayuda a estabilizar la glucosa.
La ciencia coincide en que ningún cambio aislado es suficiente. La pérdida de grasa abdominal responde a un equilibrio entre sueño, manejo emocional, selección de nutrientes, hidratación, actividad física adecuada y hábitos que, aunque parecen pequeños, modifican la forma en que el cuerpo utiliza la energía.
Comprender estos nueve factores permite actuar con mayor claridad y sostener resultados que no dependan únicamente de la fuerza de voluntad, sino del funcionamiento real del organismo.








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