Las empresas familiares configuran más del 80% del entramado empresarial en todo el mundo. De hecho, como revelan los estudios sobre la Empresa Familiar 2019-2020 del Consorcio Global STEP, el 88% de los CEO de empresas familiares de todo el mundo informaron que tenían un nivel medio-alto de identificación familiar.
El factor diferenciador de estas empresas está asociado a la forma en cómo se estructura y gestiona el involucramiento de la familia.
Para Luis Díaz Matajira, de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, la familia que controla una empresa familiar es la que decide cómo ésta funciona y definirá por lo tanto su éxito, y muchas de sus dinámicas dependen de la generación en la cual se encuentra la empresa (fundador, hermanos, primos). “Esto se concreta en un elemento diferencial de las empresas familiares: la definición de objetivos tanto económicos como no-económicos (o socioemocionales)”.
Además de los retos administrativos que toda empresa puede enfrentar, las empresas familiares enfrentan, según Díaz, “problemas asociados a las prácticas de gobernanza para que ésta sea sostenible a largo plazo”. Los procesos y estructuras de gobernanza familiar tienen un propósito diferente, “no sólo contribuyen a apoyar un sólido entorno de comunicación entre los miembros de la familia, sino que también ayudan a definir quiénes son los miembros de la familia como grupo y qué es lo que quieren lograr”. Con lo cual la dinámica familiar y la gestión de conflictos asociados al involucramiento se constituyen en retos permanentes. “En esta línea un reto grande está en la formalización de los procesos, políticas y estructuras de administración y gestión”, recoge Díaz.
¿Qué consejos son fundamentales para el buen funcionamiento de una empresa familiar?
Administrar una empresa de familia es un reto nada fácil, está lleno de oportunidades y amenazas, por la combinación de factores empresariales y familiares. Sin embargo, el mayor reto para los líderes está en “cómo liderar y gestionar el cambio en una organización empresarial y un sistema familiar complejos, y con trayectoria en el tiempo”. Los aspectos clave para el buen funcionamiento de una empresa familiar están en promover la educación de los miembros de la familia para que sean accionistas responsables. “Esto implica reconocer, apropiar y ejercer su responsabilidad como propietarios de empresas. Es decir, ejercer un compromiso activo y de largo plazo con la familia, la empresa y la comunidad, buscando el balance entre estos”, explica Díaz. Esto incluye ser un accionista proactivo que participa y se involucra en distintas formas en la empresa y la familia. No solo trabajar en la empresa.
En esta línea es importante que la familia pueda trabajar en fomentar la interacción a partir de espacios para cohesionar, fomentar una buena comunicación y llegar a acuerdos sobre el propósito compartido de la familia y la empresa: “¿Por qué estamos aquí? ¿Qué queremos lograr? ¿Cómo nuestras decisiones reflejan y sostienen los valores de nuestra familia?”.
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¿Es propicio buscar un liderazgo para una empresa familiar por fuera de ese núcleo?
Para Díaz “suele surgir una resistencia a buscar liderazgos gerenciales por fuera de la familia y esto está asociado al interés de cuidar el legado familiar y a garantizar el logro de los objetivos familiares (socioemocionales); así como el miedo a perder el control o diluir la cultura familiar en personas que pueden no tenerla”. Sin embargo, puede ser una estrategia poderosa. “La pregunta que debe hacerse la familia tiene que ver con ¿cuáles son las funciones que se espera del líder de su empresa familiar y ¿qué tipo de liderazgo quieren y necesitan en el marco del propósito compartido?” Una vez definido el perfil la familia puede evaluar si dicho liderazgo existe o se puede desarrollar dentro de la familia o por fuera de ella. Las investigaciones muestran que los líderes no-familiares más exitosos de empresas familiares son aquellos que comparten valores y establecen un contrato relacional de largo plazo alrededor del propósito compartido y no sólo de unas metas económicas de corto plazo”.
Para Díaz, un factor de éxito para el líder no-familiar es que la familia y la empresa tengan una estructura de gobernanza clara. “Este marco determinará el buen rumbo de cualquier organización familiar, es la clave y es lo que debe honrarse”, concluye.
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